sábado, 17 de diciembre de 2022

El burro: ¿por qué en Navidad?

Siempre que pensamos en las fechas navideñas, los primeros animales que nos vienen a la cabeza son los renos y los camellos. Claro, los renos porque están con Papá Noel, y los camellos están con los reyes magos. Pero...¿qué animal está más representado en los portales de Belén de nuestros hogares? Efectivamente, el burro (también conocido como asno). 

Tiene un papel muy importante en el Belén, ¿lo sabíais? Representa el animal más humilde de la creación, es por ello que está al lado del niño Jesús junto al buey, que le da calor con su aliento. 
¿Por qué se le considera tan humilde al asno? Pues vamos a conocerlo.

El burro es de la familia de los équidos, como los caballos. Pueden llegar a vivir hasta 40 años (¡10 años más que los caballos!), además de poder alcanzar hasta el 1'70 metros de altura en el sur de España (normalmente su estatura oscila entre 0'9-1'4 metros).

Otro dato a comparar con los caballos es que necesitan comer menos cantidad que los caballos que sean de igual tamaño. Se debe a que tienen un sistema digestivo más resistente, dándoles la ventaja de que puedan tener más variedad de plantas a la hora de elegir comida. Son exclusivamente herbívoros. 

¿Es verdad que viven en manada, como una familia? Parece ser que no. Viven separados en rangos de 3 kilómetros, y con los rebuznos mantienen contacto. Todo esto es posible también por sus grandes orejas. 

Gracias a su gran capacidad de fuerza y paciencia, obviando un poco el tema de la domesticación, esta especie participó en grandes avances de nuestra historia, la de los humanos. Se les motivaba con alimento y buenos cuidados a cambio de colaborar en la agricultura, transporte, incluso la minería. Qué no habrán hecho... Es verdad que hoy día, por los avances tecnológicos, los burros ya no participan tanto en estas actividades como antes, pero se les tiene tanto cariño que se les puede tener de mascota, o incluso estar presente en actividades turísticas. 
Pese a su gran colaboración, no ha tenido tan buena fama a lo largo del tiempo. Los egipcios nos otorgaron la idea de que son ignorantes. Todo esto porque si se pone a galopar a un asno, al poco tiempo vuelve a su paso natural.

Los romanos siguieron con la fama, añadiendo que, si te encontrabas con uno, era mal presagio. Esta última idea fue llevada por una fábula donde el asno llevaba consigo el don de la vida eterna a los humanos, otorgado por Júpiter. Quiso hacer una parada en una fuente para beber agua, y una serpiente que estaba por allí le dijo que podría beber si le daba ese don. Pobre del burro, que aceptó, y se dice que las serpientes tienen el privilegio de cambiar de piel y volver a tener frescura y juventud, mientras que las personas estamos sujetos a la vejez y muerte. 

Por último, no podemos olvidar que en la película "Pinocho" los niños quedaban transformados en burros como representación a la ignorancia.

¿Por qué esta idea tan negativa de ellos, después de lo que son capaces de hacer?
Además de lo mencionado anteriormente, tiene muchas particularidades que lo hacen único y entrañable. 

El burro tiene un ritmo de aprendizaje prácticamente similar como la de un perro o delfín. Cualquiera que viva con uno, verá que se conoce cualquier sonidito, sabiendo lo que significa (como por ejemplo el ruido de la bolsa del pienso abriéndose. ¿A quién no le ha pasado?). Aprenden muy rápido, y te levantan las patas para herrarlos. 

Una particularidad de ellos, en cuanto a la comprensión del entorno, son las caricias. Seguramente si nos acercamos a uno y le acariciamos, les podemos ver algo confusos. Esto es porque las caricias las notan más como un aplastamiento o golpe (no tan exagerado, no hay que alarmarse) en su piel. Es por eso que se sienten más seguros si se les rasca. Vaya particularidad, ¿verdad?

Ellos también pueden captar en su entorno si algo les puede resultar incómodo o no. Se les puede ver echarse para atrás o querer darse la vuelta. Jamás van a atacar a no ser que no les quede otra. Son muy valientes y, antes de atacar, prefieren rebuznar fuerte como previo aviso. ¿Ahora entendéis su representación en el portal de Belén?

Gracias a las personas que dejamos de verlos como seres ignorantes, ayudan a los burros que han sido infravalorados, cuidándolos y dando una oportunidad a las personas (que quieran) para conocerlos más de cerca. Burrolandia es una protectora ubicada en Tres Cantos (Madrid) que ejerce este gran trabajo. La gente se puede acercar a ellos, y descubren que son animales cariñosos, que les gusta jugar, sociales, y un largo etc.
 Además, en esta protectora se puede llevar a cabo la burroterapia. Trata de conseguir una relación entre persona-burro con la finalidad de poder desarrollar responsabilidad, autoestima y autoconfianza, incluyendo toda esa afectividad que le vas a coger al maravilloso peludo.

¿A qué estamos esperando? Pongamos un hueco en nuestra decoración navideña y pongamos a un burro. Y si tenemos la oportunidad de acercarnos a uno, rasquémoslo.

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